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FINAL ABIERTO
Desde el principio noté que pasaba algo raro. Estaban callados, atentos, como si fingieran o representaran un papel en una obra de teatro. Y no podía ser que les interesara lo que les estaba contando, que era teoría sobre los adverbios, un absoluto tostón. Todo era tan extraño que llegué a pensar que podía tratarse de una cámara oculta.
Y no solo me prestaban atención. También trabajaban como nunca lo habían hecho. Viéndolos con tanta predisposición, me arriesgué a proponerles que tomaran apuntes, algo que normalmente evitaba porque solían acabar desquiciándome por su incapacidad para escribir al dictado con cierta sincronía. Para mi estupefacción, se pusieron a copiar sin rechistar, y sin apenas pedirme que repitiera una y otra vez lo último que había dicho.
SIGNOS
En un acto comunicativo los signos son el medio para transmitir la información. El signo, en la comunicación humana, se percibe a través de los sentidos. Los signos sustituyen a los objetos o conceptos de la realidad, a la que llamaremos referente. La información sobre el referente es posible porque ese signo evoca en la mente del receptor el mismo concepto o imagen que en la del emisor.
Estar todo el día en la carretera a veces te hace sentir tan tonto como esas gallinas a las que hipnotizan trazando con tiza una línea blanca en el suelo. Conduciendo durante todo el día no pareces mucho más listo que una gallina. Llegar a casa o a algún destino provisional resulta a veces tan desconcertante y, al mismo tiempo, tranquilizador como si salieras del trance letárgico inducido por las malas artes de un perverso hipnotizador. Es normal que en muchas ocasiones casi no recuerdes nada del trayecto.
EL CALOR DE LOS FOCOS
Esta mañana, nada más levantarme, vi el nombre de Txema en los trending topics. Inmediatamente llamé a mi amigo Carlos. Aunque primero me aseguré de que el Txema al que se referían los tuits era el que yo pensaba, y no uno de esos frikis de los realities de la televisión, que siempre me confunden cuando entro en Twitter porque no veo ninguno de esos programas de mierda. «¿Has visto lo de tu amigo Txema?», le pregunté a Carlos en cuanto descolgó. «¿Txema?», respondió descolocado, probablemente aún medio dormido. «Entra en Twitter porque te vas a descojonar cuando veas la que está liando.» Sigue leyendo
SEÑALES
Pues me gustaría que supieras, antes de nada, que fue una decisión meditada, sopesada, racional. Aunque hubo señales. Previas. Señales, sí, señales. Y no soy nada supersticioso, pero a veces suceden cosas extrañas, como si la realidad intentara enviarte un mensaje importante por todos los medios posibles. No te estoy hablando de una epifanía ni de nada parecido, sino de señales, señales inequívocas que me decían que tenía que dejarlo. Sigue leyendo
SE TE VA A PASAR EL ARROZ
Mira, estoy agotada, con un estrés que lo flipas. ¿Te quieres creer que es el primer café que me tomo con una amiga en varias semanas? ¿Qué digo semanas? En meses, ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que pude quedar con alguien. Antes me costaba encontrar un hueco, pero ahora, con esto de la pandemia, es que me resulta totalmente imposible. Con los niños en casa todo el santo día. […] Sí, ya, claro que pueden salir, pero es que a Diego lo han expulsado del instituto y además está castigado. Lo tengo que tener en casa a todas horas, refunfuñando, protestando, poniéndome de los nervios. Sigue leyendo
LEY DE VIDA
Yo tuve la suerte de tener un padre muy moderno, que sigue vivo, por cierto, y todavía tiene cuerda para rato. Si hablo de él en pasado es porque lo estoy recordando tal como era cuando yo tenía quince o dieciséis años. Era más moderno que cualquiera de los padres de mis amigos, aunque eso lo pienso ahora, a mí entonces me parecía un carroza. Llevaba el pelo largo y vestía siempre con vaqueros y camisas llamativas, un poco jipis. Así lo recuerdo y así aparece en la mayoría de las fotos que se conservan de aquella época. Ahora me doy cuenta de que debía de tener solo unos treinta y cinco años, la edad en la que yo tuve a mi primer hijo.
Mi padre era un apasionado del rock, un fanático. Escuchar música y comprar discos era lo que más le entusiasmaba en la vida. Teníamos la casa llena de discos y casetes. Todavía recuerdo el viejo 127 con la guantera y el salpicadero abarrotados de aquellos dispositivos sonoros, que hoy parecen objetos antediluvianos. Sigue leyendo
LA FUERZA DEL VIENTO
Y justo en aquel momento, cuando estaba a punto de darse de alta en Instagram, Javier (también conocido como Xavi, pronunciando la equis como si fuera una che), hizo retrospectiva de su vida y al fin comprendió que llevaba más de dos décadas dejándose llevar por el viento que soplaba más fuerte en cada momento.
En la universidad, allá por los años 90, había formado parte del consejo editorial de varios fanzines, que era la forma grandilocuente de llamar al grupo de amiguetes que apoquinaban la pasta para financiar los proyectos fanzinerosos. Como casi todo el mundo con ciertos intereses culturales o políticos, ayudó a publicar al menos media docena de revistas que solo generaron beneficios en la fotocopiadora que manufacturaba los ejemplares.