Eran tiempos mejores porque el tiempo sobraba
y podía gastarlo en bromas, en ensayos
en juegos, en dar vueltas sin ir a ningún sitio
en derrochar las tardes y las noches insomnes
viendo programas bobos de la televisión
en debates absurdos que no aclaraban nada
y siempre conducían al punto de partida
en planes imposibles que a veces nos creíamos
o en viajes lisérgicos y desbarres etílicos
que devoraban horas con un hambre voraz
Eran tiempos mejores porque nadie advertía
el paso de los días y el peso de los años
No había nada urgente y todo lo importante
podía posponerse indefinidamente
Los días perplejos
Editorial Gato Encerrado
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